Un miembro de la pandilla MS-13 en Nueva York, Jairo Saenz, de 28 años, se declaró culpable este martes de crimen organizado y otros cargos federales relacionados con siete asesinatos, entre ellos los de dos adolescentes de secundaria que atrajeron la atención nacional hacia la violenta pandilla centroamericana.

La audiencia, celebrada en el tribunal federal de Central Islip, contó con la presencia de familiares del acusado y de algunas víctimas. Durante la sesión, Saenz admitió su responsabilidad en los crímenes y reconoció que sabía que sus acciones eran incorrectas. El juez fijó su sentencia para el 13 de junio, donde enfrentará entre 40 y 60 años de prisión como parte de un acuerdo de culpabilidad.

Saenz, originario de El Salvador, era el segundo al mando de una célula de la pandilla MS-13 en Long Island, conocida como Sailors Locos Salvatruchas Westside. Su hermano y líder de la célula, Alexi Saenz, también se declaró culpable previamente de cargos similares y espera su sentencia en los próximos días.

Ambos hermanos han confesado que ordenaron o aprobaron los asesinatos de rivales y personas que consideraron irrespetuosas hacia la pandilla, con el propósito de escalar en la jerarquía y reforzar la reputación del grupo.

Aunque los familiares y abogados de Saenz no comentaron tras la audiencia, padres de algunas víctimas expresaron su descontento con el acuerdo. George Johnson, padre de Michael Johnson, una de las víctimas asesinadas en Brentwood en 2016, señaló: «Fue algo de justicia, pero no lo que yo quería. Al menos no está en la calle para lastimar a nadie más».

El periodista guatemalteco José Rubén Zamora expresó este martes estar «cansado y abrumado» tras más de dos años enfrentando lo que considera un caso de lavado de dinero «fabricado» en su contra por la fiscalía, como represalia por denunciar actos de corrupción.

«Estoy (…) cansado y abrumado de los dos años de injusticia, pero viendo una ventana de esperanza», declaró Zamora. Esto en referencia al amparo que le concedió el lunes la Corte Suprema de Justicia (CSJ), el cual impidió que se revocara su arresto domiciliario y evitó su regreso a prisión.

El periodista, de 68 años, ofreció declaraciones al concluir una audiencia en un tribunal de Ciudad de Guatemala. El tribunal no resolvió sobre un posible retorno a prisión debido a la resolución emitida por la Cámara de Amparos de la CSJ.

Zamora también expresó su alivio al saber que no volverá a la cárcel, afirmando que ahora buscará maneras de generar ingresos, ya que el proceso legal ha tenido un impacto significativo en su economía.

El líder opositor venezolano Edmundo González arribó el martes a Ciudad de Guatemala, cuatro días después de la toma de posesión de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, evento al que la oposición decidió no asistir.

El canciller guatemalteco, Carlos Ramiro Martínez, confirmó a The Associated Press que González llegó al país y que este miércoles tiene programado un encuentro con el presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo.

González, reconocido como presidente electo de Venezuela por varios países debido a pruebas creíbles que respaldan su victoria en las elecciones, había anunciado su intención de regresar a Caracas para asumir el poder. Sin embargo, el pasado viernes, día en que Maduro asumió su tercer mandato de seis años, González canceló su regreso argumentando la falta de garantías de seguridad en el país.

Un funcionario aeroportuario de República Dominicana, que solicitó anonimato, reveló a la AP que el líder opositor abandonó la isla en un vuelo privado desde un pequeño aeropuerto cerca de Santo Domingo, tras permanecer en el país por al menos seis días desde el miércoles anterior.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, dominado por el oficialismo, declaró a Maduro como ganador de las elecciones de julio pasado, atribuyéndole 6,4 millones de votos frente a los 5,3 millones de González. Sin embargo, la oposición presentó pruebas que muestran que González habría vencido por un margen de 2 a 1, con el respaldo del 83,5% de las actas de votación certificadas por observadores internacionales como el Centro Carter y las Naciones Unidas.